Plaza Venezuela

domingo, 17 de julio de 2011

Afirman que el hundimiento en la Cota Mil evidencia la falta de mantenimiento


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A 1.000 metros sobre el nivel del mar se encuentra la única vía expresa de Caracas que se acerca al concepto de una perimetral: la avenida Boyacá. Los 13 kilómetros enlazan, bordeando las faldas del Ávila, 2 puntos que son prácticamente la entrada y la salida de la capital, como son La Urbina y la avenida Baralt.

Construida por tramos, el segmento Maripérez-La Florida fue el que primero se terminó, en 1951. “Ese recorrido es la base de lo que sería la Cota Mil, y fue usado para facilitar la construcción del teleférico”, recuerda Félix Ojeda, directivo del Colegio de Ingenieros de Venezuela.

No obstante, es una de las vías más jóvenes de Caracas, pues la construcción del resto se realizó entre principios de la década de los setenta y finales de los ochenta. Aún así, la avenida Boyacá ha evidenciado fallas que, recientemente, han comprometido su funcionamiento.

Voceros del MTC reconocen la existencia de dos hundimientos en el trayecto: uno a la altura de San Bernardino y otro en Maripérez, como escalones perceptibles al paso de los vehículos sobre el asfalto. Y aunque el primero fue recientemente tratado por las autoridades, que disminuyeron sus dimensiones, la falla persiste en ambos, y voceros del ministerio admiten que la solución fue temporal mientras toman medidas definitivas.

Soluciones perecederas. Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingeniería, Transporte y Vialidad, explica que los problemas de la avenida Boyacá son de tipo geotécnicos, debido a que está ubicada sobre un terreno atravesado por múltiples quebradas. El agua tiende a socavar los terrenos, así como las estructuras, cuando no tiene un adecuado drenaje.

“Los desagües fueron diseñados para un volumen de agua inferior al que reciben actualmente. Tampoco han recibido mantenimiento; entonces, no dan salida al agua, que lava el material de construcción y produce el desnivel”, explica.

Francisco Garcés, ministro de Transporte y Comunicaciones, dijo en días pasados que el sustrato, capa que soporta el asfalto de la vía, está formado por piedras de distintos tamaños.

“Los desagües fueron diseñados para un volumen de agua inferior al que reciben actualmente. Tampoco han recibido mantenimiento; entonces, no dan salida al agua, que lava el material de construcción y produce el desnivel”
La acción del agua arrastra las piedras más pequeñas y la capa asfáltica se hunde. Voceros del MTC indicaron que la solución que se aplicó en la falla de San Bernardino fue inyectar concreto en los huecos para nivelar el asfalto.

Herrera reconoce que la medida es efectiva pero no permanente: “La lechada de concreto se inyecta líquida y, una vez dentro de la estructura, se solidifica y rellena la falla. Pero la raíz del problema siguen siendo los drenajes, que hay que atender, porque el agua no detiene su acción”.

Ojeda hace énfasis en la necesidad de hacer del mantenimiento de las vías ­incluida la red de tuberías­ una rutina, pues, de lo contrario, seguirán surgiendo fallas en la avenida Boyacá y en toda la vialidad del país: “Es un problema similar al que presenta 90% de las carreteras del país”.

Los drenajes pueden obstruirse por presencia de sedimentos o sencillamente colapsar porque el agua rebasa su capacidad. También pueden romperse por la erosión. Hay varias posibilidades que ameritan medidas distintas.

El directivo del Colegio de Ingenieros observa que, en primer lugar, las autoridades deben hacer una evaluación que permita determinar la intervención necesaria. Esta es la fase en la que se encuentran las reparaciones emprendidas por el MTC en la falla de Maripérez, de acuerdo con voceros.

Herrera agrega que el Ministerio del Ambiente también debería participar en el mantenimiento, pues las quebradas están bajo su responsabilidad y quizás sea necesario desviarlas para hacer los estudios pertinentes.

Vigente. A pesar de que un hundimiento en la Cota Mil es una perspectiva que puede asustar a muchos, pues induce a pensar en un colapso total de esta vía, la realidad es que su vida útil aún no concluye.

“La vigencia de una estructura va de la mano con el mantenimiento que reciba. Es evidente que el uso intenso genera un desgaste que, sin la debida atención, produce consecuencias. Pero esto no implica que la autopista se va a caer”, puntualiza Ojeda.

Herrera y Ojeda coinciden en que el volumen de vehículos para el que fue proyectada la avenida fue sobrepasado, y eso es parte de los problemas que padece la Cota Mil. Sin embargo, medidas como aliviar la carga pesada construyendo nuevas vías y atender los desagües permitirán que la avenida Boyacá continúe funcionando durante mucho tiempo, indican.

Ojeda añade que la clave es prevenir: “Hay que programar medidas que subsanen las fallas de esta importante vía expresa. Incluso, pueden aplicarse en horario nocturno para minimizar las consecuencias en el tráfico. Pero eso hay que planificarlo con tiempo. Cuando los hundimientos sean varios, nada será previsible”.

Por: Por LILIA MALAVÉ G.
Vía El Nacional

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