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LENIN VALERO - A lo largo del camino ya se ve su luz, mientras el actual sistema de gobierno se siente solo y agotado, porque el centralismo aparte de inconveniente para la sociedad, se hizo anacrónico y obsoleto. No funcionó, ni caminó al ritmo del país, envejeció pensando cómo hacer las cosas y nunca las hizo. Hoy día este viejo modelo centralista agoniza en Venezuela en los brazos de un sectarismo que provoca repulsión.
El propio gobierno está consciente que el sectarismo corroe las bases de su estabilidad política. Sus partidarios recibieron una enseñanza equivocada. La exclusión del otro, no permite el crecimiento de si mismo; el desprecio por la opinión ajena, no te llena de sabiduría para entender la globalidad de las cosas, y la arrogancia, la falta de humildad, no permiten que nadie se te acerque, a no ser que sea un oportunista que busca ser tu aliado ocasional.
Los sectarios se hicieron "más papistas que el papa", se vistieron de rojo, se aseguraron las cuotas de poder, pero lo que en definitiva lograron fue mostrar y comprobar que el actual sistema de gobierno sólo fue un espejismo para el pueblo. Ahora se ve la desolación y la tristeza. Hay hambre en las calles, angustia en los hogares porque los reales no alcanzan para comer y el hampa sin freno y armada hasta los dientes, siente que la ley está débil frente a ella, los corruptos sonríen cuando escuchan decir que las cosas están malas y los burócratas hacen esfuerzos por mostrar, promocionar o publicitar aunque sea el dibujo de un proyecto que nunca llegó a ser obra.
Al tiempo que todo esto ocurre, nos ha llegado la hora de construir la nueva democracia, la democracia moderna. Pensemos que los errores del pasado son las angustias del presente y que cada momento tiene su historia. Nuestros errores y nuestros aciertos, enseñaron lo malo y lo bueno; y ahora, la generación de relevo que ha levantado las banderas de la nueva democracia, nos está diciendo que debemos construir un país para todos, sin exclusiones de ningún tipo.
La propuesta es correcta, oportuna y comprometedora, porque habrá de ser las academias, los sectores económicos, políticos y sociales, los que desde ahora tendrán que asumir la responsabilidad de preparar las bases para la edificación de esta democracia moderna que surgirá sobre los hombros de un liderazgo joven que sueña con un futuro hermoso y grande para nuestro país. No hay excusas para el cumplimiento de esta tarea. Digámosle: ¡Presente! a nuestros hijos, a nuestros alumnos, a la nueva generación. En sus manos entregaremos la República, seguros de que no la volveremos a perder.
Ya ellos están en la calle preparando el proceso electoral de las elecciones primarias del 12 de febrero de 2012, para la escogencia del candidato presidencial de la unidad democrática. Uno de los aspirantes será el candidato y el nuevo Presidente de los venezolanos, pero consciente de que su triunfo no será sólo para hacer feliz a los suyos, sino a todo el país, con la seguridad de que habrá orden y respeto y sobre todo respeto a la Ley como lo exigen las democracias modernas.
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