01 Jun 2011 | Por Ender Ramírez Padrino
http://www.el-nacional.com
José Peraza, presidente de la Federación de Trabajadores de la empresa, precisó que han realizado distintas acciones para que la empresa los tome en cuenta, sin éxito alguno. "Aquí parece que hay que coserse la boca para que le paren a uno", acotó
Un grupo de trabajadores de Hidroven se apostaron a las afueras de la empresa, ubicada en el sector de Maripérez en Caracas, en reclamo de reivindicaciones laborales. Exigen a la directiva de la compañía que se discuta la contratación colectiva y la homologación de sueldos y salarios de los empleados.
José Peraza, presidente de la Federación de Trabajadores de Hidroven, declaró al canal de noticias Globovisión, que han realizado distintas acciones para que la empresa los tome en cuenta, sin éxito alguno. "Aquí parece que hay que coserse la boca para que le paren a uno", precisó.
Denunciaron además que fueron "dejados por fuera" en el aumento decretado por el Gobierno. Finalmente indicaron descartan realizar nuevas acciones de calle en caso de no obtener respuesta por parte de la compañía, sin embargo, precisó que no dejarán de trabajar, por el beneficio de las comunidades.
http://www.el-nacional.com/www/site/p_contenido.php?q=nodo/211428/Naci%C3%B3n/Trabajadores-de-Hidroven-exigen-reivindicaciones-laborales
sábado, 4 de junio de 2011
La ciudad perdió íconos de los que hoy apenas quedan rastros
JAVIER BRASSESCO | EL UNIVERSAL
sábado 4 de junio de 2011
Un sistema de tranvías circulaba por toda la ciudad. Hoy solo quedan rastros de rieles en Caño Amarillo y algunas partes de Candelaria
Cuando Catia tenía su laguna FAM
Un ferrocarril iba entre Caracas y La Guaira FAM
Un estadio en San Agustín, un hipódromo y una laguna en El Paraíso, otra laguna en Catia, un ferrocarril que por más de medio siglo llegaba desde La Guaira... todo fueron íconos importantes de una ciudad desaparecida, y Caracas guarda pocos recuerdos de ellos más allá de fotos y daguerrotipos.
Pocos caraqueños saben que el Nuevo Circo se llamó así porque cuando se inauguró en 1919 ya la capital tenía el suyo: el Circo Metropolitano, que estuvo en la esquina de Puerto Escondido (El Silencio) entre 1896 y 1945. El teatro Metropolitano se construyó sobre esta gallera y la borró de la faz de la Tierra.
¿Y quién entre los cientos de personas que habitan el conjunto residencial La Yerbera, en la esquina Bomboná de San Agustín, saben que allí estuvo por años el estadio sede de Cervecería Caracas?
María Sigillo, quien fundó en Facebook la página Caracas en Retrospectiva, cuenta que lo hizo precisamente porque sentía la necesidad de rescatar de alguna forma el pasado de una ciudad que de tan cambiante parece renegar de su pasado. En esa página se han publicado más de 5 mil fotos de la Caracas de ayer y hoy.
Palabra de cronista
Entre los íconos perdidos de la capital, el cronista de Caracas Guillermo Durand nombra a dos lagunas: la de Catia y la de El Paraíso. La primera fue mandada a secar poco después de la muerte de Gómez (1935) por razones sanitarias (se trataba de una laguna artificial) y no queda de ella más que el nombre de una calle en Los Magallanes. La segunda ni siquiera se sabe cómo desapareció, y su última foto apareció en El Cojo Ilustrado en 1910.
Del hipódromo de El Paraíso todavía se pueden adivinar hoy sus taquillas, que quedaban justo enfrente de la sede de Radio Caracas Radio, en la avenida Páez. Allí se realizaron los desfiles del primer centenario del 5 de julio de 1811, y fue una de las estructuras que más daño sufrió cuando el río Guaire se desbordó en 1949, matando a unos mil caballos. Ese desastre marcó su fin, pues empezó a decaer y ya para los 60 no existía.
Del famoso convento del centro histórico solo queda hoy el nombre de una esquina: la esquina de Monjas. El recinto de las monjas de la Concepción fue mandado a derribar por Guzmán Blanco, lo que le valió la ira de muchos críticos que le llamaron "autoritario, masón, anticlerical, afrancesado y con complejos de grandeza tropical", por derribar esta estructura, para "dar paso a esperpentos reñidos con la idiosincrasia y estilo hispano del casco, como el edificio del Congreso".
En Caracas lo nuevo se ha llevado por el medio a lo antiguo sin ningún tipo de respeto, y así fue también la historia del hotel más famoso que ha tenido la ciudad, el Majestic, que con ocho pisos fue la edificación más alta de la capital durante casi toda la primera mitad del siglo XX pero que en 1942 fue demolido con más pena que gloria para dar paso a las torres de El Silencio.
Derbys López, director de Fundhea (Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente), cree que al hacer inventario de los íconos perdidos de la ciudad habría que nombrar a los llamados baños del pueblo de Antímano, parecidos a los que existieron en Macuto: unas edificaciones donde los hombres y mujeres se cambiaban para disfrutar los pozos de agua que había en Antímano y que desaparecieron hacia 1930.
Pero no todas las desapariciones son tan antiguas. Durante setenta años, la obra del escultor Rafael de la Cova, Colón en el Golfo Triste, adornó el paseo Colón hasta que en 2004 fue derribada en nombre de la resistencia indígena.
La barbarie de ayer, hoy y siempre se ha encargado de transformar en simples fantasmas a los que una vez fueron orgullosos símbolos de la ciudad.
http://www.eluniversal.com/2011/06/04/la-ciudad-perdio-iconos-de-los-que-hoy-apenas-quedan-rastros.shtml
sábado 4 de junio de 2011
Un sistema de tranvías circulaba por toda la ciudad. Hoy solo quedan rastros de rieles en Caño Amarillo y algunas partes de Candelaria
Cuando Catia tenía su laguna FAM
Un ferrocarril iba entre Caracas y La Guaira FAM
Un estadio en San Agustín, un hipódromo y una laguna en El Paraíso, otra laguna en Catia, un ferrocarril que por más de medio siglo llegaba desde La Guaira... todo fueron íconos importantes de una ciudad desaparecida, y Caracas guarda pocos recuerdos de ellos más allá de fotos y daguerrotipos.
Pocos caraqueños saben que el Nuevo Circo se llamó así porque cuando se inauguró en 1919 ya la capital tenía el suyo: el Circo Metropolitano, que estuvo en la esquina de Puerto Escondido (El Silencio) entre 1896 y 1945. El teatro Metropolitano se construyó sobre esta gallera y la borró de la faz de la Tierra.
¿Y quién entre los cientos de personas que habitan el conjunto residencial La Yerbera, en la esquina Bomboná de San Agustín, saben que allí estuvo por años el estadio sede de Cervecería Caracas?
María Sigillo, quien fundó en Facebook la página Caracas en Retrospectiva, cuenta que lo hizo precisamente porque sentía la necesidad de rescatar de alguna forma el pasado de una ciudad que de tan cambiante parece renegar de su pasado. En esa página se han publicado más de 5 mil fotos de la Caracas de ayer y hoy.
Palabra de cronista
Entre los íconos perdidos de la capital, el cronista de Caracas Guillermo Durand nombra a dos lagunas: la de Catia y la de El Paraíso. La primera fue mandada a secar poco después de la muerte de Gómez (1935) por razones sanitarias (se trataba de una laguna artificial) y no queda de ella más que el nombre de una calle en Los Magallanes. La segunda ni siquiera se sabe cómo desapareció, y su última foto apareció en El Cojo Ilustrado en 1910.
Del hipódromo de El Paraíso todavía se pueden adivinar hoy sus taquillas, que quedaban justo enfrente de la sede de Radio Caracas Radio, en la avenida Páez. Allí se realizaron los desfiles del primer centenario del 5 de julio de 1811, y fue una de las estructuras que más daño sufrió cuando el río Guaire se desbordó en 1949, matando a unos mil caballos. Ese desastre marcó su fin, pues empezó a decaer y ya para los 60 no existía.
Del famoso convento del centro histórico solo queda hoy el nombre de una esquina: la esquina de Monjas. El recinto de las monjas de la Concepción fue mandado a derribar por Guzmán Blanco, lo que le valió la ira de muchos críticos que le llamaron "autoritario, masón, anticlerical, afrancesado y con complejos de grandeza tropical", por derribar esta estructura, para "dar paso a esperpentos reñidos con la idiosincrasia y estilo hispano del casco, como el edificio del Congreso".
En Caracas lo nuevo se ha llevado por el medio a lo antiguo sin ningún tipo de respeto, y así fue también la historia del hotel más famoso que ha tenido la ciudad, el Majestic, que con ocho pisos fue la edificación más alta de la capital durante casi toda la primera mitad del siglo XX pero que en 1942 fue demolido con más pena que gloria para dar paso a las torres de El Silencio.
Derbys López, director de Fundhea (Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente), cree que al hacer inventario de los íconos perdidos de la ciudad habría que nombrar a los llamados baños del pueblo de Antímano, parecidos a los que existieron en Macuto: unas edificaciones donde los hombres y mujeres se cambiaban para disfrutar los pozos de agua que había en Antímano y que desaparecieron hacia 1930.
Pero no todas las desapariciones son tan antiguas. Durante setenta años, la obra del escultor Rafael de la Cova, Colón en el Golfo Triste, adornó el paseo Colón hasta que en 2004 fue derribada en nombre de la resistencia indígena.
La barbarie de ayer, hoy y siempre se ha encargado de transformar en simples fantasmas a los que una vez fueron orgullosos símbolos de la ciudad.
http://www.eluniversal.com/2011/06/04/la-ciudad-perdio-iconos-de-los-que-hoy-apenas-quedan-rastros.shtml
Los terrenos de la Huerta
http://www.diariolaregion.net
La semana pasada aparecieron una serie de decretos de expropiación en la Gaceta Oficial y hubo ocupaciones ejecutivas y retiros igualmente rápidos de terrenos en zonas de alto valor comercial, como fue el sonado caso del restaurant "La Huerta" en plena avenida Solano López de Caracas. Igualmente, se ocuparon ventas de autos y otros comercios ribereños de la avenida Libertador, lo que se agrega a las publicitadas tomas de estacionamientos en el centro de la ciudad y que estarían destinadas, algún día, a convertirse en residencias que serán asignadas a alguien de acuerdo con algún criterio. No el del mercado, por supuesto. Independientemente de que en esos espacios se construya lo que en años no se ha hecho, y en medio de una gran escasez de recursos y de talentos para hacerlo, mas no de voluntad política, lo que se ve con claridad es el deseo de mostrar intención de hacer algo en beneficio de la gente, pero también se golpea con la misma mano a quienes proveen empleo y sustento a quienes allí trabajan: no es seguramente la intención, pero es el resultado. Lo mismo está ocurriendo con el recrudecimiento de la política de convertir el alquiler de la propiedad privada en un mecanismo de asignación de recursos ajenos a quienes, según algún criterio, lo necesitan (¿más?). Es una declaración de economía de guerra en la que las prioridades las pone el gobierno. El tema de fondo, más allá de la arbitrariedad y de la futilidad de semejantes medidas que jamás han dado resultados, y menos en medio del apresuramiento y de la improvisación, es el de saber si este tipo de asignación de recursos es el mejor o de si hay otras maneras de incentivar un mejor uso de los mismos por parte de sus propietarios. En efecto, ese estacionamiento, terreno baldío ciertamente, no es un estacionamiento techado de un gran edificio porque el entorno económico y regulatorio aconseja no construir nada allí. Fijar un impuesto es más eficaz. ¿Qué sería mejor? En primer lugar facilitar la generación de empleo masivo, formal e informal, para que las grandes mayorías puedan tener ingresos; luego propiciar la descentralización para evitar que el único polode empleo sea Caracas, dotar de infraestructura al país para atraer la inversión y defender a ultranza la propiedad privada. Para que los pobres dejen de serlo: quitar huertas para hacer viviendas nunca ha sido una política sustentable. Debemos rectificar
Juan Uslar Gathmann
http://www.diariolaregion.net/seccion.asp?pid=29&sid=1555¬id=109929
La semana pasada aparecieron una serie de decretos de expropiación en la Gaceta Oficial y hubo ocupaciones ejecutivas y retiros igualmente rápidos de terrenos en zonas de alto valor comercial, como fue el sonado caso del restaurant "La Huerta" en plena avenida Solano López de Caracas. Igualmente, se ocuparon ventas de autos y otros comercios ribereños de la avenida Libertador, lo que se agrega a las publicitadas tomas de estacionamientos en el centro de la ciudad y que estarían destinadas, algún día, a convertirse en residencias que serán asignadas a alguien de acuerdo con algún criterio. No el del mercado, por supuesto. Independientemente de que en esos espacios se construya lo que en años no se ha hecho, y en medio de una gran escasez de recursos y de talentos para hacerlo, mas no de voluntad política, lo que se ve con claridad es el deseo de mostrar intención de hacer algo en beneficio de la gente, pero también se golpea con la misma mano a quienes proveen empleo y sustento a quienes allí trabajan: no es seguramente la intención, pero es el resultado. Lo mismo está ocurriendo con el recrudecimiento de la política de convertir el alquiler de la propiedad privada en un mecanismo de asignación de recursos ajenos a quienes, según algún criterio, lo necesitan (¿más?). Es una declaración de economía de guerra en la que las prioridades las pone el gobierno. El tema de fondo, más allá de la arbitrariedad y de la futilidad de semejantes medidas que jamás han dado resultados, y menos en medio del apresuramiento y de la improvisación, es el de saber si este tipo de asignación de recursos es el mejor o de si hay otras maneras de incentivar un mejor uso de los mismos por parte de sus propietarios. En efecto, ese estacionamiento, terreno baldío ciertamente, no es un estacionamiento techado de un gran edificio porque el entorno económico y regulatorio aconseja no construir nada allí. Fijar un impuesto es más eficaz. ¿Qué sería mejor? En primer lugar facilitar la generación de empleo masivo, formal e informal, para que las grandes mayorías puedan tener ingresos; luego propiciar la descentralización para evitar que el único polode empleo sea Caracas, dotar de infraestructura al país para atraer la inversión y defender a ultranza la propiedad privada. Para que los pobres dejen de serlo: quitar huertas para hacer viviendas nunca ha sido una política sustentable. Debemos rectificar
Juan Uslar Gathmann
http://www.diariolaregion.net/seccion.asp?pid=29&sid=1555¬id=109929
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Inseguridad en la Parroquia El Recreo
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