CARACAS A PIE
Tan cerca y tan lejos
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18-Septiembre de 2011
La avenida Libertador tiene un enorme potencial como eje peatonal, sin embargo es un lugar de poco movimiento, quizás por su concepción como vía rápida para el tránsito automotor que deja a un lado usos e incentivos más vinculados a la gente que se mueve a pie, como sería que hubiese más cafés, cervecerías y restaurantes y menos concesionarios de vehículos; que hubiese más viviendas o que el parque de bolsillo donde comienza este recorrido se mantuviese abierto en el día, para convertirse en parte de un circuito recreacional con la plaza Las Delicias y la cancha deportiva del barrio.
El parque siempre está cerrado y es difícil saber a quién compete que se abra.
Desde allí hasta El Bosque las amplias aceras de la avenida dibujan un ambiente en el que se entremezclan el paisaje del barrio, interesantes edificios de la década de los cincuenta, alguna que otra añeja casona y las atractivas calles del entorno, ideales para un cierre dominguero.
Sobre la avenida principal de El Bosque, donde la mayoría da por sentado que termina la Libertador, un pequeño tramo enlaza con el Caracas Country Club. De inmediato percibimos la fuerza de las grandes áreas verdes de esa urbanización, pero lo que pudiera ser un idílico trecho para enlazar con la Francisco de Miranda tiene todo negado para los transeúntes.
En el hermoso túnel vegetal que conduce a la avenida las aceras son inexistentes. Se camina por delgados bordes que separan la calzada del muro que encierra el campo de golf, y por una franja de terreno arbolado y medianamente mantenido, pero con el peso del abandono. Esa franja bien pudiera ser un pequeño bulevar vegetal de acceso a la avenida y conexión con El Bosque (sólo la separa un muro), pero se prefiere inútil que pública.
Aún así son muchos los que bajan allí de las busetas y recorren a pie ese fresco pero incómodo trayecto.
Ahora suena irrisorio pensar o proponer que parte de las amplias áreas verdes del campo de golf se abran un domingo al mes (o a la Cuaresma) para el disfrute público. Cualquier debate en ese sentido quedará atrapado en nuestra polarizada política, obviando que las realidades urbanas cambian y que lo que en las décadas de los cuarenta y cincuenta pudo ser un apacible y periférico Country Club es, hoy en día, el centro geográfico de Caracas.
Iniciativas en las que los privados ponen bosques, áreas verdes u otras zonas a disposición del público circulan desde hace tiempo en otras ciudades. Aquí, por el contrario, se remarca el carácter privado de esas áreas verdes con un grosero muro que ni siquiera permite a la gente el disfrute visual, estrategia que no ayuda a hacer ciudad ni amigos.
Lo encantador del trayecto que lleva de la avenida Francisco de Miranda a la Río de Janeiro es el entorno. El Rosal está lleno de calles arboladas, que pudieran establecerse eventualmente como opción de esparcimiento callejero, que enlace el parque Boyacá y las pequeñas plazas con otro tipo de actividades recreativas, que complementen las que se realizan los domingos en la Río de Janeiro.
La ciudad tiene allí posibilidades para incentivar lo lúdico, lo cultural y, sobre todo, la calle como lugar de encuentro.
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